Mi nombre es Bobby y quiero contarte una historia.
Hace seis meses y medio yo era pintor de coches.
Muy bueno, por cierto. Entraba un cliente por la puerta y yo ya sabía qué color le iba a su personalidad. Así, como un flash.
Mi vida era la de cualquier chico de veinte años: salir, beber, el rollo de siempre, el mundo me abruma y escucho a Maluma.
Una mañana, recuerdo perfectamente que era el 13 de mayo, estaba sacando brillo a un Seat León que había terminado de pintar cuando de repente el coche se rodeó de un halo de luz intensa y donde antes había un Seat León, ahora había un Lambo color verde lima, tope de guapo.
Incluso puede que levitara, pero de eso no estoy seguro porque había desayunado un bocata de panceta en el bar del polígono y no tenía los sentidos muy agudos.
Sigo.
De pronto, la música que tenía puesta en el taller paró y se escuchó un estruendo como cuando un micrófono está abierto y soplas encima. Ese estruendo..
Una voz profunda me habló:
Lambo: He venido para enseñarte la manera de cambiar la vida de miles de personas. Exactamente a 324k de personas humanas.
El mundo está cambiando. Y tú eres el elegido.
Yo: ¿Qué tengo que hacer, señor Lambo? ¿Cuál es mi misión?
Lambo: Toma, ponte esta sudadera con capucha.
Yo: Señor, y ¿qué significan las palabras que pone en la sudadera? ¿Qué es Optimizer Manager? ¿Un cantante de Reggaeton? ¿Unos nuevos altavoces de tuning?
Lambo: Ya lo entenderás. Habla con palabras que acaben en -er y el reino de los Lambos será tuyo.
Empieza por despedir a tu jefe y vivir la vida de tus sueños.
Yo: ¡ Oh, Aleluyer !
Esa misma tarde, cuando mi jefe venía de tomarse un carajillo, lo despedí.
No entendió muy bien que lo despidiera pero el que se largara del trabajo fuera yo, que además era un empleado Pero me daba igual.
Yo era el Elegider y debía vivir la vida de mis sueños.
Y así pasaron los días y las semanas.
Me hice un canal en Youtube donde evangelizar el legado que el Lambo me había transmitido.
Creé un curso donde, a cambio de 5.997 euros, sacaba de la mediocridad a personas que, como yo, habían despedido a sus jefes y transitaban sin rumbo en el mundo del emprendimiento, a la espera de que los recondujera de nuevo al rebaño. Yo soy tu Pastor y nada te falta.
Ahí fue donde volví a ver la luz. Todas esas personas se hacían una web pero fallaban en lo más importante que debe tener una web y que ellos, neófitos sin iluminador que los ilumine, ignoraban: hay que llenar la página de testimonios.
Inventarlos era de mediocres. Eso lo hacían todos.
Así que…